easy stats
Budget Car Rentals

lunes, 6 de octubre de 2008

Capítulo 8: La Crónica del Niño Centenario.


Crónica del Niño Centenario


Diario recopilatorio de las experiencias del grupo de los Sobrevivientes.


Versión comenzada el 7 de Agosto del 2004


Por Johnny Rotten.


Ese tipo otra vez ¿Quien será?


“Johnny Rotten es el jefe del Railroad Underground, e integrante del grupo de los Sobrevivientes. Junto a él volvieron Juan Segura,Valentine Kovac, Carol Miller, y el ser humano llamado Sara Li. Sus notas personales se anexan después de ésta.”


¿El ser humano Sara Li? ¿Una mujer?


"Si"


¿Y el resto que son?


“Nightbanes”


Empiezo a sentir frío en la habitación. Evito preguntarme porqué estoy leyendo esto.


Recapitulación

Miren donde me encuentro. En un cubículo de 1x1 peleando con un computador que se pega a cada rato. La vieja que hace el aseo, retira la basura y me balbucea algo pesadamente.


- “¿Ya no es hora de irse?”. Su acento, claramente del Bronx, me hace dudar si era una amenaza o una burla.


Todos en la oficina se han retirado. Yo soy el único periodista estúpido que sigue trabajando en esta pocilga. Claro, con esta máquina de mierda, jamás terminaré el maldito artículo. Puta que estoy enojado.


La vida me ha llevado a esto. A no tener rumbo ni destino. A seguir una corriente que norman los políticos, la religión, el capitalismo, ¡puaj! Esta sociedad puede sanar y matar, no hay término medio. Yo caí en lo segundo. Mis padres son unos grandes y prestigiosos empresarios, bendecidos por su venenosa hipocresía y un gran apellido que los mueve de fiesta en fiesta aquí en NY. Yo nunca encajé, yo nunca fui entendido. ¿Por qué es malo escuchar música punk, beber, fumar, follar? No soy un fucking delincuente, tengo mis estudios de periodismo y con excelentes notas. ¿Porqué tendría que ir al club, vestirme de corbata, hablar estupideces con estúpidos, y más encima pasarlo bien? No. Ese mundo no era para mi. Así que me fui. Tengo mi propia vida ahora. Anarco…si, pero no ignorante o delincuente.


Trato de calmarme, después de todo, este diario, el sensacionalista Esquire, ha ganado algo de su prestigio gracias a mis artículos; así que tenía que terminarlo hoy. Ok, gozo de una fama mediocre, pero es mi pasión. Después de todo, los monstruos siempre han sido un producto que vende. Son algo que nunca nadie ha visto, pero creen que existen. Es como la religión y la fe… ¡ja! Imbéciles.


Me burlo de todos, pero al mismo tiempo me estoy burlando de mi mismo. ¡Claro! Yo soy el que más seguro está de que estas cosas existen. Me refiero a los OVNIs, fantasmas, mitología. Yo estoy seguro que no es una farsa o literatura banal. Esta curiosidad me ha llevado hasta acá. No pienso detenerme, no importa lo que diga la crítica respecto a este diario. Algún día mis artículos serán hechos un libro y seré yo el que critique a todos los demás.


Debo volver a mi tema. Si, esta investigación está quedando muy buena. Ya me imagino a mis fieles lectores tratando de relacionar al Grendel con el Hombre Polilla y al Chupa cabras. ¡Ja! quedarán locos.


Por fin logro cerrar el maldito archivo. Lo grabo a un CD por si esta porquería de máquina no se le ocurre despertar mañana. Guardo el disco en mi mochila de mezclilla y una sensación de satisfacción me recorre todo el cuerpo. Hora de rock y cerveza.


De pronto un email cae en mi bandeja de entrada con un asqueroso sonido ¡bip! de un parlante viejo de PC. Fredy, me acabas de calentar la cerveza.


- “¡Que mierda!”. Me enojo conmigo por no haber apagado el maldito mail. No me queda otra que hacer click clik, después de todo, es el único amigo que tengo en este diario.


Me vuelvo a sentar, tratando de calmarme y leo el mensaje.


“Johnny, algo terrible está a punto de suceder, no tengo tiempo para explicarlo, creo que encontrarás todo en el CD que te he dejado en tu cajón. Por favor, cuida tu espalda y no recurras a tus amigos…- Fredy”.


Esto huele mal, pienso. Abro el cajón y ahí esta, es un CD. Me levanto un poco para mirar fuera de mi cubil y sólo veo a la negra al otro lado de la sala. Tomo el CD y lo meto en mi mochila junto al de mi artículo. Se me ocurrió revisarlo ahora, pero no lo pienso meter en esta basura de computador, así que debo encontrar otra máquina.


¿Qué le habrá pasado a mi amigo? En su seudo telegrama se leía a que estaba en apuros. Pero no iba a hacer caso en lo que me decía ¡por supuesto debía recurrir a mis amigos!


Tomo el ascensor hacia el estacionamiento donde se encuentra mi moto. La luz del subterráneo parpadeaba como a un ojo que le ha entrado una lagaña. El motor ruge, y yo rajo de este lugar.


Estoy perturbado por el mensaje de mi amigo, pero más perturbado quedo cuando salgo del estacionamiento.


Se que era tarde, pero esta noche no podía ser más oscura, que todas las que había vivido en mis miserables 30 años.

La noche más oscura


El cielo parecía estar sangrando. Me imaginé sangre envenenada hirviendo hasta convertirse en nubes de tóxico gas moverse y mezclarse en las alturas. Creo que este paisaje, alguna vez lo escribí. Jamás pensé que lo iba a presenciar.


Una colisión múltiple en la esquina me saca de mis nebulosos pensamientos. Veo el cuerpo de una mujer atravesar el parabrisas del auto hasta reventar sobre la asustada cara del autobús.


Mi mano izquierda aprieta mi bolso, diciéndome que hay cosas mas importantes que un choque; mi amigo Fredy en problemas. Mi mano derecha acelera, estando de acuerdo que debemos desaparecer de ahí. En segundos estoy lejos de la escena.


¿Que demonios está pasando? Veo caos por todos lados. Choques y gente corriendo, gritando incoherencias. Acelero, tomo una curva y tengo que esquivar un tumulto. La gente está en las calles, todos miran hacia arriba.


Yo no. Miro hacia delante. De esta moto no me caigo y menos por culpa de algún pendejo que se encuentre paveando mirando el cielo.


Al fin llego a la casa de mis amigos. Estos punkies seguro que están borrachos y volaos sin saber lo que está pasando afuera. Espero que no. No se me ocurre otro lugar a donde ir.


La puerta ha sido forzada. Pedazos de madera me amenazan con sus puntas astilladas. Le doy un suave empujón a la puerta y esta se abre con un tétrico chillido.


Sangre. Sangre en el suelo y las murallas. Veo el oscuro pasillo pintado de rojo y un olor que me da arcadas. ¿Qué mierda…? ¿Qué pasó aquí? ¿Dónde están mis amigos?


- “¿Fredy…muchachos?”, grito en vano. Mis pisadas se pegan al piso con el asqueroso sonido de sangre coagulada. No hay nadie. Registro todo el lugar sin encontrar a nadie. El desorden está peor que nunca, como si hubiesen entrado a robar y matado todos. Un estertor de miedo me recorre de pies a cabeza. No hay nadie. Sólo la tele chisporrotea en el living.


Mi mano tiembla cuando tomo el Mouse y acciono Play en el reproductor de media del computador. El VHS conectado cobra vida y la tele ilumina toda la escena de muerte.


El cuerpo escamoso de un gusano gigante recorre toda la habitación. Su lengua sibilante distorsiona el sonido de los parlantes. La criatura recorre todo el lugar pasando sobre los cuerpos de mis amigos, como si buscara algo. Miro sobre el televisor. La Web Cam lo capturó todo. Miro hacia los sillones, ninguno de mis amigos están allí. Sólo sangre y desorden. En la pantalla, la criatura desaparece y la imagen se vuelve borrosa.


Estoy perturbado. Mi lado profesional me hace saltar en una pata, celebrando la filmación de un monstruo. Mi lado humano me hace sentir miedo, pena y rabia por mis amigos que seguro están muertos. No atino a nada.


Trato de calmarme. Si llamo a la policía, lo más probable es que las líneas estén ocupadas. El desorden afuera parece ser general. Aunque vinieran, me culparían a mi de esta masacre. Debo calmarme. ¿Qué puedo hacer ahora? Tengo que mantenerme tranquilo. Tiene que haber alguna respuesta.


Vamos...por favor… Fredy, ¿en que diablos te has metido…?


Sin darme cuenta, estoy apretando Eject y guardando la cinta en mi bolso. Tomo el CD que me ha dejado Fredy y lo inserto en el computador. Texto e imágenes comienzan a fluir.


No se como relatar lo que veo a continuación:


Foto 1: El Pentágono


Foto 2: Ala N-E del Pentágono con un círculo y una flecha roja que le apunta al departamento de Forense NSB.


Foto 3: Muy borrosa para entender.


Texto 1: “Cuatro puertas se abrieron en la noche de oscuridad: Perú (matanza en aldea), Alpes (luchas sangrientas, muchos animales muertos), Tibet (muerte del Dalai Lama), Australia (nace albino, hijo de diplomático).


Texto 2: Los Buscadores - Magos. Escrito por mi colega Fredy (Esquire). Año 2000, cerca de mayo habrá cataclismo. Acercamiento de dimensiones paralelas. “Dimensión de la Noche”.


Texto 3: Documento azul con estampe negro. Escrituras Árabes. Font Enoch.


Por este último texto, se me ocurre buscar traducción en la red, pero mi intuición me hace desconfiar.


Desconecto la interfaz inalámbrica y el computador queda offline.


Un crujido rompe mi concentración. Dos pasos suenan en entrada.


- “Señor Jonny Rotten. Soy el agente Smith. Quisiera hacerle unas preguntas”. El tipo de traje negro y cara pálida no parece percatarse que a su alrededor ha ocurrido una matanza. El asesinato de mis amigos.


Disimuladamente saco el CD del computador y lo guardo en mi bolso. Me doy vuelta para encararlo.


- “¿Quién eres?”, pregunto desafiante. Pero me engaño a mi mismo. Estoy asustado.


- “Sólo quiero el manuscrito. Entréguemelo y os dejaré partir. Ese es el trato”. El siniestro hombre se ajusta la corbata y me sonríe mostrándome unos perfectos dientes blancos.


Mis pies parecen haberse pegado a la sangre en el suelo cuando intento moverme. La asquerosa imagen de mi propia sangre mezclándose con las de mis amigos me revuelve el estómago. La locura se apodera de mi.


Corro hacia la cocina. Un disparo claramente ahogado por un silenciador acompaña mi huida. Tres disparos seguidos tratan de cortarme el paso. Atravieso la puerta literalmente y casi pierdo el equilibrio. Una bala pasa silbando a través del vidrio de la cocina. Corro alrededor de la casa hasta mi moto.


Por favor, amiga mía, parte a la primera.


El viento trata de peinarme, pero mis mechas tiesas no lo dejan. La moto ruge a toda velocidad esquivando fuegos en el camino y gente enloquecida que grita. Me he librado, pero no se de que.


- “¡Ayúdame…por favor!”. No se como lo escucho pero reconozco la voz. Es mi amigo “Huesos”, apodo ganado por lo alto y esqueléticamente flaco. Freno en seco. El motor ahora me deja escuchar mejor. El caos parece no ceder.


- “¡Huesos! ¿Qué está pasando?”. No me responde. Se sube a la moto y se agarra con fuerzas.


- “¡Acelera!”. A media cuadra de andar me doy cuenta que estamos arrancando de algo. Algo muy grande.


Ese ‘algo’ descarga su gigantesca espada sobre nosotros.


Cuando uno sueña, siente que pierde el control del personaje que está actuando en la escena del sueño. Como si tuviese mente propia. A veces uno lucha por controlarlo, pero el inconsciente es más fuerte. Uno se siente débil en ese mundo, porque es aquel personaje el que está en control. Con una fuerza que va más allá de la imaginación.


Eso estoy sintiendo ahora. Estoy en control de mi sueño. Estoy en control de un ser que parece haber sido sacado de unos de mis propios artículos. Me siento liviano y pesado a la vez. Mis ojos se agudizan, parece que veo en la oscuridad, parece que estoy volando.


Desde arriba veo un esqueleto partido en dos. Las piezas se empiezan a mover, buscándose en la oscuridad.


El gigantesco filo se vuelve a elevar. Un disparo retumba en la lejanía y la hoja se detiene con un fuerte estertor.


El suelo lo veo temblar. Al fin reacciono. Miro a mis costados sin poder creerlo. Dos alas blancas aletean con calma. Del puro asombro, abro los ojos de par en par, pero uno no quiere obedecer. Miro hacia abajo, luego hacia la gigantesca mole que chilla de dolor.


Un monstruo verde, de hinchados músculos le azota un seco golpe en el centro de la coraza de la criatura. La armadura negra cruje hueca y sale disparada hacia atrás.


Otro disparo retumba en el callejón. El suelo vuelve a temblar. Yo no lo siento, lo veo todo desde arriba.


Veo monstruos. Creo que soy uno. Creo que me gusta.

No hay comentarios: