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miércoles, 25 de marzo de 2009

Capítulo 15: Val, primera parte.

Esta oscuridad. Este olor salobre que traen las ráfagas de viento. Y luces, torres de luces cuadradas y caleidoscópicas en medio de una enorme y abrasadora oscuridad.

- ¿Dónde estoy?

“Estás volando sobre Nueva York, el 6 de abril del 2000. Son las cuatro de la tarde.”
¡Mierda! Aquí vamos de nuevo.

Esta oscuridad celestial, nunca me percaté de ella… se roba toda la luz de la ciudad, se la traga como si fuera una criatura depredadora, una enorme esponja que se la chupa sin dejar rastro.

-¿Donde vamos?

“Vas a ver a Valeríe”

Perdí la orientación en la última vuelta. En un momento, supe a ciencia cierta que descendía cuando mi estomago decidió quedarse vacacionando varios metros sobre mí. Los edificios de mala muerte parecían abandonados, a excepción de unas casas bajas muy humildes, con bicicletas estacionadas en el porche. No tenía ni idea en que parte de la ciudad me encontraba, pero tanto silencio me ponía los pelos de punta.

La pregunta que se me vino a la cabeza era obvia.

“No, no te puede pasar nada. Esto es sólo un registro histórico”

- Que te dejes… de meterte… en mi cabeza.
-
Libro de la… se me olvida que lee los pensamientos. ¿Serán todos los libros así, que mientras tú los lees ellos te leen a ti? Menos mal que no leo a menudo.

Respiro profundo. No me acordaba de esta sensación de exterminio, de soledad. Fueron muchos los que se fueron, y muchos más los que se encerraron en los edificios. Salió la policía a patrullar, salieron los helicópteros, salieron los aviones, ¡si hasta los fantasmas y los muertos salieron a dar un paseo!

Había que aprovechar, ¿no? La ciudad estaba en oferta. Creo que hasta yo me llevé un televisor nuevo de una tienda que…

- ¿Adonde vamos, maestro?

“A la casa de la esquina”

Linda casa. Debe haber sido preciosa a la luz del día., y mientras me aproximo me doy cuenta que podría haber sido un buen lugar para vivir si no fuera por las ventadas destrozadas, el techo levantado como si hubiera explotado algo y la puerta principal reventada y pedazos de… oh mi Dios… ¿eso que está repartido por el patio son pedazos de gente?

Sé que es un sueño, o algo parecido, pero me están flaqueando las piernas.

Me acerco lentamente. Estás ahí, ¿verdad, Libro?

“Aquí estoy”

Bien. Sólo chequeaba.

Uf. Esto fue una carnicería. Hay pedazos de ropa desgarrada chorreando sangre hasta en las ramas del árbol plantado frente a la casa, que por lo demás está feo y de mal gusto. Muy nudoso y sin hojas.

El árbol se está moviendo con el viento, no parece tan firme. ¿De donde sale viento para inclinarlo así, que no lo siento?

No hay viento por ningún lado.

Y el árbol se está dando vuelta. ¡Las raíces son piernas! ¡Mierda, esto no es un árbol! ¡Esas son manos,y en las manos tiene pedazos de personas! ¡Mierda, sácame de aquí, me puede ver, se aproxima hacia acá! ¡Cómo lo hago para volar, Libro, aléjame de él!
“Relájate, no te puede hacer daño”

- ¿Seguro?

“¿Tienes alternativas?”

No te hagas el chistoso. Aquí viene. La tierra tiembla bajo mis pies. ¡Que feo que es! Y tiene los ojos chiquititos. Se parece a Hulk pero no es verde.

¿Está llorando? ¡Ups, me cayó un goterón!

¡Está llorando! ¿Qué le pasa?

“Mató a gente que quería, y se está dando cuenta”

- ¿Y si la quería, por qué la mató?
-
“Porque ese es el Morphus de la ira desontrolada. Su espíritu guarda mucha furia anterior, y se detesta a sí misma.”

- ¿Ese es el que?
-
“El Morphus, la forma con que se implanta un Nightbane en la existencia. Es su cuerpo”

- Ah, me quedó claro, por supuesto.
-
“No te preocupes. Ya lo entenderás”

¿Querré entenderlo, me preguntó yo?

- Un momento… ¿a sí misma? ¿Esto es una mujer?

“Si”

La miro a los ojos, y puedo ver una pena profunda. Me conmueve lo suficiente para quedarme quieto. Baja sus manazas hacia mí, y me muestra los despojos humanos que tiene en ellas. Se me hiela la sangre. Entonces, el monstruo empieza a sollozar con ruidos bajos y con ecos en la garganta. Y las manos comienzan a encogerse, y ante mis ojos veo como aquel tremendo monstruo de leyenda, de cómic, se convierte en una chiquilla baja y morena de unos 15 años. Cae desnuda a la calle. Nadie ve nada, como es usual en NYC.

¿Qué hago ahora?

Voy a buscar algo con que cubrirla. Entro a los restos de la casa, y no me detengo a observar la matanza que hay. No me fijo ni en la sangre repartida por los muros de la casa ni menos en los orificios con carne enterrada, y menos en … ufff… la mitad de … puaj… una cabeza que está bajo la… bajo la… mejor subo la escalera.

El techo está abierto de par en par, como si le hubiese caído un meteorito… o el meteoro le hubiese golpeado desde dentro. En la habitación de la izquierda hay camas y ropa tirada por todos lados… una cubrecama, eso voy a llevar.

La apretó contra mi cuerpo y vuelvo donde la niña. La levanto y la envuelvo con la tela gruesa.

¿No sería mejor que la entrara, me pregunto astutamente?

“No te preocupes, no le pasará nada”

¡Que no te metas en lo que pienso, maldito! ¿Y cómo estás tan seguro que no le pasará nada?

“Porque este es el pasado”

Ah, verdad, me lo dijiste.

¿Oye, y si es el pasado, porque pude colocarle una manta? ¿Esto está ocurriendo en mi mente, o en la tuya, o que diablos pasa? ¿No debería haber sido imposible haber alterado la situación si sucedió hace tantos años?

¿Libro?

- Libro, contéstame.

- Libro, no te hagas el sordo. ¡Responde lo que te estoy preguntando!

“Lo que acabas de ver es el pasado, el momento en que el Morphus despierta después de haber dormido tanto tiempo dentro de una persona. Después de esto, ella olvidará lo que pasó, y sólo tendrá imágenes que le llegarán en sueños”

- Oye, no es lo que te pregunté. ¿Qué fue lo que pasó?

“Te estás fijando en una minucia, muy clásico de los humanos, Lo que pasó no es lo importante”

- ¿Qué no es importante? ¿Viaje o no viaje en el puto tiempo? ¿Podía haberme pasado algo frente a ese monstruo?

“¿Qué fue lo que te dije al principio?”

- ¡No me respondas con una pregunta, carajo. ¿Si o no?

“Estos son sólo recuerdos”

- ¿Sólo recuerdos? ¿Estás seguro?

“Así es. No podían hacerte daño”

- Ah… ok.

¿Por qué hay algo que me hace ruido en mi cabeza? Siento como si hubiera respondido algo que no le pregunté.

- Y ahora cuéntame porqué me mostraste todo esto.

“Porque esta chica será vital en los acontecimientos que vendrán después, y los cuales aún no han terminado de desarrollarse”

Ah, por eso.

“Ella no reconocerá su poder hasta dentro de cuatro años más, como el resto de personas que verás a continuación. Las únicas excepciones son tres humanos que también serán determinantes: Sara Li, William Gibson y el monje Ursus”

- Oye, esto suena interesante, pero tengo hambre. Y me importa un pito que esté en un sueño o en otra dimensión o en la casa de la esquina, pero quiero comer algo, ahora ya.

“Muy bien, no hay problema. Hay un restaurant a dos calles de acá”

Suspiro. Tenía otra cosa en mente, pero bueno, comida es comida. Miro a la chica con una mezcla de sentimientos, más cargados al miedo. Dejarla en medio de la calle no es mi estilo. La levanto y la dejo adentro de la casa, en la entrada.

- ¿La voy a volver a ver?

“Muy pronto, te lo aseguro”

Ah.

¿Porqué me sonó eso como una amenaza?

lunes, 19 de enero de 2009

Capítulo 14: Monstruos a mi puerta.


I

- Johnny, definitivamente no está.

El rostro ceñudo del punkie dejó claro su malestar.

- ¿Pero cómo es posible que haya desaparecido el Libro? ¿Donde está el guardián?

Baby Death movió sus hombros en señal de desconocimiento.

- Que mierda está pasando... Primero Val y luego el Libro.

- Y el guardián - se apura en acotar Juan - Vamos a rastrearlos.

Johnny se cruzó de brazos, pensando a toda velocidad. mientras una bruma blanca como vapor marino lo rodea y trepa por su cuerpo. Tras ese torbellino vaporoso, su silueta empieza a mutar, haciéndose más alta. Cuando un par de alas se despliegan, y el humo se dispersa, está un ser vestido con armadura plateada, una pechera blanca con una cruz roja en medio, largas alas blancas que nacen en su espalda, y cuyo rostro se encuentra surcado por una placa metálica que toma casi todo el lado derecho de la cara, desciende por el pómulo bordeando el cuello hacia la parte de atrás de la cabeza y y se completa ahí. En donde debiera haber estado el ojo, se mueve un lente de cámara.

- Hagamos esto más fácil. Consultemos a los magos de la Resistencia.

- ¿A ese grupo de mamones? - le refrendó Juan, mientras se palpaba inconscientemente la sobaquera, donde descansaba su fiel revolver .

- Eran bastante buenos, si mal no me acuerdo. Además Hellman estará contento de ayudarnos.

- Si tú lo dices.

- Juan, quedas a cargo del buque. Baby Death me acompañará. Comunicate con Sara Lee y dile que nos encontramos en la Resistencia.

- ¿Y ella, porqué?

- Porque trabajó en organismos de inteligencia estatales, así que nos puede ayudar con ese conocimiento, y porque es la novia de Hellman.


II

Aquella noche, algunos borrachos vieron pasar un ángel entre los edificios. La mayoría lo tomó como una alucinación más de su estado de interperancia, y un reducido grupo, muy reducido a decir verdad, lo tomó como una señal divina para dejar de tomar y volver al camino del Señor.

Nadie vió pasar a la veloz Baby Death.


III

Ya en el galpón secreto, cuartel general de La Resistencia, la facción armada de los Nightbane, una breve y muy importante renuión se produjo. En una pequeña salita donde cabían con dificultad una mesa circular, ocho sillas y un estante, los jefes de dos de las organizaciones sobrenaturales más importantes de Nueva York y un puñado de privilegiados seres se enfrascaban en una conversación extremandamentet delicada.

- ¿Que tu prometida desapareció? ¿Y porqué, machote? ¿Tuviste un desliz, alguna salida cochinona por ahí?

- Hellman, no soy así y lo sabes. Tengo miedo que Alexandra esté tomando el control de Val, o que haya vuelto la Bestia. O que le haya pasado algo peor todavía. Necesito que tus magos nos ayuden a localizarla a ella en primer lugar, y luego al Libro.

- ¿Que libro?

Johnny se quedó en silencio un momento.

-¿El Libro? ¿Ese Libro? ¡Caray, pero cómo! ¿Y el guardían?

-Tampoco está.

- Uf, eso está diíicil. Por tu chica, no se si habrían accedido, pero por el Libro claro que lo harán. Y tenemos otro problema.

- ¿Que más, Hellman?

- Las Arañas.

Todos los rostros se giraron para encontrar los rasgos orientales de una mujer menuda y delgada.

- Si, supe que las Arañas entraron. Pero no es mi culpa que nos hallan seguido. No se donde ni cómo encontraron un pasaje a nuestro mundo.

- No te preocupes, muñeca. Tu papi los hará volar hasta el cielo con sus armas. ¿Eh?

Algunos carraspeos incomodos llenaron la habitación. Baby Death detenía con todas su fuerzas una carcajada que quería salir a toda costa. Cuando logró respirar tranquila, acotó.

- Oye, tu no sabes nada de esos bichos, ¿verdad? Muy bien, sólo te puedo contar que yo si los vi en el desierto en las Nightlands, cuando atacaron a otro bicho mucho más grande que ellos. Y son espantosos, duros y muchos. Yo que tú no me confiaría en el poder de tus pistolitas.

- Hey muñeca, pistolitas no, ¿eh? Armas, grandes y cargadas - acto seguido, le guiñó un ojo.

Instantes después, el rubio lider de la resistencia se doblaba hacia un costado. después de recibir un feroz golpe en las costillas por parte de la humana de rasgos asiaticos que se sentaba a su costado. Miró a sus amigos, y les sonrió con parsimonia.

Baby Death no puedo aguantar más y estalló en carcajadas histericas, hasta que le salieron lágrimas.


IV

Nunca había entendido porqué, pero los magos de la Resistencia hacían su trabajo a puertas cerradas. Luces, rugidos y pequeños temblores surgieron desde la habitación especialmente dispuesta para ellos. Cuando todas las manifestaciones físicas acabaron, le siguió un silencio sepulcral, y varios minutos en vilo. Hellman les tenía prohibido a todos abrir esa puerta, aunque pasara mucho tiempo sin saber que había pasado adentro.

Un rato después, emergió el mago en jefe del equipo, un hombre delgado, y rubio, e gestos ampulosos y mirada despectiva, vestido con una elegante túnica blanca con bordados de oro.

- Hemos hecho sus averiguaciones. El Libro se encuentra todavía en la ciudad, en un barrio residencial. En este papel se encuentra la dirección - y les alargó un papel doblado, donde las líneas irregulares del carbón se trasparentaban.

- Respecto a tu mujer, Johnny, no hay presencia de ella en las cercanías. Sin embargo, al parecer siguió una ruta que la llevó al departamento puntual donde se encuentra el Libro ahora, y luego desapareció.

- ¿Cómo que desapareció?

El mago alzó una ceja para expresar su disgusto por la interpelación del Nightbane. Dejó pasar unos segundos para que quedara claro su malestar, y luego prosiguió.

- Desapareció. No hay más rastros de su Morphus ni de su Fachada.

Los compañeros se miraron entre sí. Sara apuntó en lo más obvio.

- Tenemos que visitar ese departamento, y hacerlo ahora. ¿A quien o a que buscamos?

- A un humano, de nombre Martin MacArthur.

- Bueno - acotó Johnny - al menos tenemos una pista. Hay que ir a visitarlo hoy.

Todos asintieron.

- ¿Y el asunto de las Arañas? - preguntó Hellman.

- Una cosa a la vez- respondió Johnny. - Vamos a buscar a este muchacho primero.





martes, 14 de octubre de 2008

Capítulo 13: El nuevo Apostol


Estoy bajo un foco de luz cegador, con Yoda vestido de abuelo encapuchado, atrapado en un lugar que quizás donde queda y acabo de averiguar que un monstruo me salvó la vida de esas cosas que trajeron los árabes para pelear contra nosotros y nuestra libertad.


Mal, esto está mal.


- ¿Hay más para leer?


“Por el momento es suficiente. Noto confusión en ti”


- ¿Ah si? Me pregunto por qué será.


“¿No estás entendiendo lo que te estoy contando?”


- Fíjate que no, Libro. Las historias están entretenidas, pero no eres buen narrador, y que decir de tus modales de anfitrión. No me has dado ni un vaso de agua ni un hot dog para el hambre. Vergüenza debiera darte


“No las necesitas. Aquí no hay procesos fisiológicos que mantener, por lo tanto no puedes sentir ni hambre ni sed ni incomodidad física de ninguna clase”


- Ya veo… así que no puedo tener hambre, ¿verdad?


“Así es”


- Pues te informo que mataría a un Libro, que digo, a una biblioteca entera por un buen hot dog acompañado por una cerveza espumosa. ¿Qué me dices, ah, te parece una buena idea? ¿Matemos un viejo Libro y celebremos con una comilona?


“No vas a poder. Sólo estás frustrado y asustado. No te preocupes, no te haré daño”


- A ver, por si no has entendido… ¡No te tengo susto! ¡Quiero que me saques de aquí ahora, o vas a sufrir una muerte muy lenta y muy dolorosa, Libro de mierda!


“Ya conversamos esto antes. No vas a salir de acá hasta que leas todo”


Martin, no. No Martin, no lo hagas, no lo digas, detente hombre, cierra el pico, no animal no no no ¡Nooo!


- ¡Y por qué mierda es tan importante que me aprenda tu imbecilidad de historia, ah!


“Porque tú vendrás a reemplazarme”


¡Te lo dije idiota! ¡Te lo dije!


Acabo de quedar mudo. No puedo pasar ni una letra por la garganta, porque de repente se me achicó.


- Pero… pero… ¿por qué yo?


La voz apenas me sale. No me da ni para putearme.


Y el Libro me colocó sus manos en la cabeza, y me mostró el universo. Vi el Cielo, y cuando quería quedarme, alcanzar a captar los colores imposibles que vibraban en todo mi ser, me arrebata de esas visiones un segundo, sólo un segundo antes de quedarme ahí para siempre, en la Gloria.


Y vi el infierno, y las imágenes eran inenarrables de dolor y sufrimiento y no podía cerrar mis ojos. Y lloraba cuando, justo un segundo antes de mi condenación, visitaba un nuevo lugar lleno de terror

.

Y visité otros lugares, y en cada lugar estaba sólo el tiempo justo para comprenderlos pero no para sentirlos. Y lloraba amargamente porque sí, y porque no. Y mi llanto eran letras y signos y números. Y lloraba sin compasión, como un niño. Lloraba porque estaba indefenso, y nadie en la existencia podría alguna vez consolarme. Porque los tenía a todos frente a mí, y a ninguno podía tomar, y de ninguno podía huir.


Y una voz detrás de mi cabeza me decía que todo eso estaba mal, mal, y que no me podía estar pasando eso. Porque no era justo.


Eso no era justo, no era justo.


No era justo. Y me lo repetía mientras las imágenes seguían llegando como un mar sin fin. Y entonces, toda mi existencia fue esa, y la ola de la creación me golpeó, y me ahogó.


Lo entendí todo, por un instante tan ínfimo que no cabía en ninguna descripción de tiempo. Entendí las cosas de éste universo y muchos otros, resolví todos los asesinatos, todas las ecuaciones, vi el final de todos los enigmas, y miré a Dios a los ojos.


Hasta le dije “hola”


Esto no es justo, escuché entonces en mi cabeza. Alguien, un ser del planeta tierra, repetía eso como un niño asustado a morir.


No es justo.


“Lo se”, le respondí, y baje a abrazarlo, y lo acuné. Poco a poco desaparecí, para siempre.


- ¡Que mierda pasa! ¡Cómo me botaste al suelo!


“No te boté. Tu te caíste”


- ¿Ah si? ¿Y cómo, que no me di cuenta?


“Te desmayaste cuando te conté todo lo que he visto”


- Buen intento Libro, pero no me vas a convencer. ¡Martin Macarthur no se desmaya nunca!


“Si tu lo dices”


- Bien, así me gusta. Oye, tú me hablabas de algo recién, ¿no?


“Si. Te voy a contar la historia del grupo de los Sobrevivientes, para que entiendas mejor lo que leíste y lo que vas a leer despues”


- ¿Y yo porqué tendría que saber esta historia? ¿Qué pretendes?


Tengo la impresión de haberle hecho esa pregunta antes.


¡Bah! El Libro se quedó callado. ¿Qué estará tramando? Mmm, creo que la respuesta no me va a gustar. Puta Martin, aprende a quedarte calladito, ¿Si? Con la boca cerrada te ves más guapo.


“Te lo diré cuando estés listo. Comencemos por el principio”


¿Y no me va a responder? ¿Por primera vez? A lo mejor, tampoco me gustaría su respuesta. Dejémoslo tranquilo un rato, compañero.


- Muy bien. Cuéntame tu famosa historia.


jueves, 9 de octubre de 2008

Capítulo 12: Juan Segura, segunda parte


¿Que es esto? ¿Que diablos estoy leyendo?


"La primera transformación de Juan Segura"


- ¿Y quien te preguntó a ti?


"Tú lo hiciste. No te diste cuenta. Hiciste una pregunta que sólo yo puedo responder"


- Si, y tú eres muy listo. Lo sabes todo, tooodo lo del universo.


"No particularmente de éste, pero si de muchos otros"


Chistoso, que bien, un libro con sentido del humor, y justo me tenía que tocar a mí.


Hay algo extraño en este relato... algo me está empezando a asustar.


- ¡Ah, tienes más!


"Si quieres detenerte, está bien"


- No, dale. Veamos en que termina esto de Juan.


"

Ahora en este punto… Tengo que confesarles algo…


No sé muy bien como relatarles los eventos que siguieron aquel día. Aún hoy no los tengo claros. De hecho ni siquiera tengo claro que fue cierto y que no. Esa parte de mis recuerdos están, aún hoy, plagados de imágenes sueltas y difusas. Como trozos inconexos de un espejo que se ha roto.


Con los años, mi mente había querido que lograra reunir algunas de las piezas de esa noche desquiciada. Las fui juntando de a poco, como fragmentos desperdigados que se recogen del suelo. Se fueron reuniendo con lentitud; un recuerdo aquí, una imagen allá… nada demasiado concreto, solo cosas al azar. Atroces. Sombras que me asaltaban en mis noches febriles, o cuando las pesadillas se colaban en la vigilia de mis sueños más oscuros; sueños que me atormentarían durante todos los años que siguieron a esa noche. Fue un proceso lento; los días se hicieron semanas, las semanas meses, los meses años…


Hasta esa noche. Hace tres meses. Cuando el mundo, nuevamente, decidió volverse loco.


El primer recuerdo que me viene a la mente, es un tejado. Estoy mirando desde un tejado altísimo las calles de la ciudad. Mis ojos alargan la mirada hasta distancias imposibles; y lo veo todo…a todos… en todas partes.


En lo alto de un cielo negro y sombrío, se extiende el caos. Bajo el manto negro de nubes enrojecidas; bestias infernales y maquinas voladoras combaten a muerte en un sin fin de espirales llenas de relámpagos atronadores, estallidos y estridencias. El viento, cargado de un aire espeso, revuelve mis ropas; por un breve momento, estoy devuelta en el desierto de mi infancia, en esas noches de verano interminables cuando el calor arreciaba y el aire parecía caldeado y seco. Pero no. No es ese lugar, estoy en otro lado, a miles de kilómetros, y por vez primera, reconozco lo infinitamente ajeno que me siento en estas calles. Soy peregrino en una tierra maldita.


Abajo, las personas corren desesperadas y se extiende la locura, el terror y la muerte. Hay saqueos, autos en llamas, victimas en el suelo arrastrándose buscando angustiosamente un refugio, una salvación o al menos la muerte; algunos la encuentran… otros no. Paseo la mirada por los edificios que me rodean hasta que una ventana me regresa la mirada. Veo un rostro severo; las facciones broncíneas de un halcón de ojos dorados, que me mira enfurecido desde el otro lado de la ventana. Soy yo… es mi reflejo… la imagen inclemente de un alfil demoniaco contemplando la agonía de un mundo condenado. A mi espaldas, el cielo esta en llamas por la batalla y la guerra; mientras en tierra, los hombre luchan y mueren en las entrañas de una ciudad, que sufre la cólera del cielo por sus pecados.


El siguiente destello de mi mente, me lleva a un callejón oscuro y vertiginoso; voy a la carrera entre los despojos; la mayoría humanos… pero no todos. El suelo de cemento gime bajo el peso de mis pies de bronce, devolviéndome ocasionales chispazos de protesta; las bestias infernales recorren calles y callejones, castigando el pecado, en esta, una ciudad llena de pecadores. Tras de mi, quedan calles y calles llenas de rincones negros, atestados del olor de la carroña, la miseria y la muerte. Y corro, arrastrado por el instinto del animal, en la persecución desenfrenada del sonido reptíleo de las alas que castigan.


Me sonrío desde un rincón en sombras. Voy siguiendo al cazador que no sabe que es seguido; lo veo moverse. Es pesado puede que mas que yo; lo veo hundir el asfalto varias pulgadas al tocar tierra después de un picado. Y lento; le toma varios segundos plegar las alas y voltearse para entrar en el callejón. Además es fuerte, muy fuerte; lo veo destrozar los contenedores de basura como si fueran de cartón, los tres hombres parapetados tras el contenedor se arrastran frenéticos buscando donde guarecerse, la larga hoja de la lanza corta a uno de ellos limpiamente, sin dificultad alguna, es afilada, muy afilada. Es resistente; recibe dos disparos directos, RPG-7 cohetes antitanque, apenas lo mueven. Yo lo miro con paciencia; es torpe, no piensa rápido, sólo busca y destruye.


Un momento. Recuedo ese momento. ¡Yo estaba ahí! ¡Y esa cosa... mató a Mark... ahora recuerdo, ahora lo recuerdo todo! ¡Era negro, gigante, como un puto buitre con armadura! ¡Y me agaché, y en un segundo tenía a Mark en mis brazos, y sus piernas en otro lado! ¡Y se puso a llorar en mis brazos y yo gritaba y lo solté y se me murió ahí, frente a mis ojos, mirándome! ¡No fue mi culpa Mark, me asusté amigo! ¡Y el otro tipo no lo conocía tampoco, yo... yo no sabía que hacer, yo sólo...


"Tranquilo. Lo se."


- ¡Cómo que tranquilo libro de mierda! ¡Se me murió mi amigo en mis brazos partido por un monstruo de quizas que infierno, del que seguramente lo sacaste tú y me vienes a mortificar a mí! ¡Eso es, de eso se trata! ¡Eres Satanás! ¡Pues no te llevarás mi alma! ¡No señor, no a Martin MacArthur! ¡MacArthur como el General, que era tío mío!


"Te equivocas. No es por eso que te muestro este escrito. Leelo hasta el final"


- ¡Me niego!


"Entonces te quedarás aquí hasta el final de tus días"


Maldito, maldito y mil veces maldito.


- ¿Queda mucho?


"Está terminando"


- Ok, veamos que quieres mostrarme, hijo de puta.


"Busco altura y doy un salto. Alcanzo la escalera de incendios del edificio de enfrente y subo. El ruido no alerta al cazador; estoy lejos y la ciudad, sumida en le dolor y la agonía del castigo, ruge atronadora. Desde lo más alto del edificio miro al cazador, alargo la mirada profundamente, lo veo mover la lanza y cortar a otro, ya solo le queda uno. Lo que sigue es cámara lenta: Apoyo mi espalda con calma, levanto la mano tranquilo, respiro pausado y despacio; mi brazo-arma señala su frente desprevenida. Luego, en un segundo breve y efímero, hago el disparo, que recorre la calle y atraviesa su cráneo. Veo su cuerpo laxo e inerte balancearse y caer; golpea el suelo con un ruido sordo, mudo e inexpresivo; el sobreviviente mira hacia las sombras que me cubren, pero no logra distinguirme. Me embarga una emoción profunda e indescriptible, siento la alegría bullir dentro de mí. Es la cacería, estoy ansioso, ya quiero encontrar al siguiente blanco, ya quiero cazar nuevamente. Hay un sabor salino, a sangre, en mi boca… es como un vicio… casi lo puedo saborear.


El sobreviviente se arrastra desesperado hacia un callejón lateral, lo sigo con la mirada hasta que al doblar la curva lo pierdo de vista. Me debe la vida. Nunca lo sabrá. Decido seguirlo y ver adonde va. Si, lo admito. soy curioso. "


Estoy mudo.


No lo creo. Tiene que ser mentira.


"No, no es mentira. Es algo que tenías que saber"


- ¡Déja de meterte en mi cabeza!


"Esto que acabas de leer son sus notas, de puño y letra."


- ¿De Juan Segura? ¿No me lo estás inventado?


"No"


Mi Dios, mi Dios. Este monstruo... este monstruo.


Este monstruo me salvó la vida.






Capítulo 11: Juan Segura, primera parte

"

PREFACIO

Han pasado casi tres días desde que regresamos de “allá”, y recién hoy he tenido el coraje de sentarme en mi escritorio a escribir estas cuartillas. Aún no se si seré capaz de hacerlo. Quiero empezar por alguna parte, y mi cabeza se revuelca en su propio mar de sombras alargadas, negándome una mirada clara a las cosas que he vivido las últimas semanas. Comienzo aquí entonces, el relato de lo hechos que me cambiaron la vida. Una cronología de estos últimos tres meses de locos (aún cuando de ahora en más tendré que “redefinir” el verdadero significado de esta palabra); situación que tal vez me obligue a incluir la relación de hechos que han resultado ser “mi vida” estos últimos 10 años.


Los comienzos son siempre lo más difícil de escribir, porque inauguran los espacios, definen las dimensiones, establecen los márgenes, y eso siempre obliga al escribiente a definirse. Empero ello, este principio; es decisión mía.


EL INICIO; LA NOCHE MÁS LARGA DE MI VIDA


La noche llegó de prisa ese día; un anochecer sórdido, lleno de ruidos, y con el aire espeso de las tormentas. Era una de esas noches de líneas imprecisas; llena de rincones oscuros, y sombras que se mueven entre los ebrios, los basureros y los vagos de los callejones. Me recuerdo caminando de prisa, por calles húmedas, hacia las bodegas del muelle. No era malo el empleo; pagaba las cuentas cuando no tenía casos en la oficina, y me mantenía ocupado; además, trabajar en los muelles en New York tenía sus ventajas, ya que podía acceder a cosas a las que, en “el mercado formal”, no tengo ninguna posibilidad de acceso. No vivía mal, pero estaba lejos de “el sueño americano” por el que había “cruzado el río” años atrás; había logrado poco en todos estos años: un departamentito mediano cerca de los muelles, una oficinita minima en la parte de arriba de local de comida china y una clientela más o menos estable de personas que, de vez en cuando, contrataban mis servicios para cosas simples; comprobar antecedentes, algún marido o novio celoso, buscar personas perdidas, cobrar alguna deuda; asegurar pertenencias. Con una cuota de 50US$ a la semana más gastos, hubo épocas en las que pensé que lo conseguiría. Pero esta ciudad esta llena de personas con sus sueños rotos; personas que vinieron aquí pensado en que cambiarían sus vidas bajo el cemento implacable, y se quedaron sin nada, subsistiendo apenas o muertas por las drogas o la violencia.


Llegué algo tarde al trabajo y el administrador se enfado; tampoco quería quedarse más de lo estrictamente necesario y ya casi era de noche, así que solo me dio las llaves me hizo una mueca y se fue. La noche comenzó como siempre; recorrí las bodegas, los cuartos de frío y las oficinas; cerré las puertas, aseguré las ventanas, conecté las alarmas y me hice café.


Cuando trabajas de noche en lugares como las bodegas del puerto de New York, te habitúas a las noches escabrosas, al bullicio apagado de las sombras; pequeños roedores escabulléndose por los rincones, carreras de gatos en los tejados metálicos. Son noches llenas de ecos imprecisos, ruidos apagados y sombras furtivas que esquivan los escasos faroles que aún funcionan en el muelle. Esa noche sin embargo todo era diferente, el aire marino se asomaba cargado de algo ancestral y profundo, algo que, a falta de otra palabra mejor, voy a llamar leyenda. Las nubes tronaron en la profunda oscuridad marina, y yo, desde mi escritorio, supe que algo estaba mal…. Terriblemente mal, luego la noche se cerró sobre las ventanas de la bodega y todas mis memorias se volvieron un montón de imágenes difusas y sombras en la oscuridad. "


- Oye, no escribe mal este tipo. Conozco esos lugares. Ahi trafican algunas cosillas que te ponen contento. ¿Eh?


"Lo se, puedo sentirte."


Si claro que me puedes sentir aguafiestas. Quizás un poquito de polvito blanco te pondría más feliz, libro de mierda.


- ¿Hay más? Continuemos entonces.


" Tengo imágenes vagas. No se si mis ojos están abiertos o cerrados; no se si estoy de pie o en el suelo; no se si es de día o de noche; tampoco si estoy despierto o soñando. Mis ojos y mi mente están confusos. Intento con desesperación retomar el control de mi mismo, pero sigo siendo asaltado por imágenes horripilantes; sombras afiladas, cuerpos destrozados, monstruos y bestias, sangre y muerte. Hace 4 años ya de eso. Hay uno ojos depredadores que me miran desde el fondo de mi mente, pero no se revelan. En el fondo de todo, hay un chillido largo, agudo y metálico; yo sé que es ese chillido, yo lo conozco; es el grito de acero de las aves cazadoras del desierto. Son las aves de mí de mi infancia.


Mi memoria se obstina en la imagen de las grandes aves de presa de mis desiertos infantiles en mi México natal, pero este chillido que me habita tiene un tinte metálico; está la nota inequívoca y profunda del bronce sagrado y vibrante, una nota que vive y se agita en el fondo de la llamada del cazador.


Cuando abro los ojos estoy en el suelo de la bodega, me he dormido o eso parece al menos, tengo la lengua pastosa y hace frío. Mi ropa esta sucia, mi mente da vueltas como uno de esos juegos de feria ambulante; tengo la vista nublada. No obstante puedo sentir que todos mis miembros están donde deben; sé que debo ponerme de pie y ver que es lo que ha pasado, pero en vez de eso me recuesto en el frío cemento de la bodega, flexiono mis músculos, más para saber si puedo hacerlo que por que lo necesite (en ese momento no estaba en condiciones de asegurar nada, con suerte hubiera podido decir si estaba vivo o muerto).


Ya de pie, las cosas no se aclararon más de lo que estaban antes. Estaba al fondo de la de la bodega cerca de los cuartos fríos, toda la bodega estaba a oscuras, miro mi reloj; son las 05.45 de la mañana, y recién esta comenzando a amanecer; ya hay reflejos de claridad en el horizonte profundo del mar, me niego a creer que he pasado tanto tiempo desmayado y lo tomo por falla del aparato. Me pongo a revisar la bodega por si hay daños, y algo que me dé una pista de lo que acababa de pasarme.


Sigo investigando pero las cosas no mejoran, las bodegas ha sido atacadas, el suelo esta cubierto de despojos, alguno reconocibles, otros no y son espeluznantes. Hay casquillos de bala en el suelo, el instinto hace que revise mi arma, solo para darme cuenta de que no la traigo encima, en algún momento la perdí, recuerdo mis clases de investigador y comienzo a buscarla de forma metódica y pausada (hago caso omiso del bullicio que me llega del exterior, lo que posteriormente demostró ser una estupidez enorme). La encuentro, esta a metros de la parte más dañada de las bodegas, arrugada como si la hubiesen estrujado, o más bien, como si la hubiesen empuñado con demasiada fuerza. Veo las marcas en el arma y mi cerebro enloquece. Mi cabeza se llena de destellos horripilantes, imágenes fracturadas. Mis oídos se llenan con el chillido acerado de una bestia que grita por ser libre; siento el impacto sólido a lo pargo de mi cuerpo, estoy de nuevo en el suelo; sudando, temblando como una hoja, presa de no se que embrujo antiguo que se ha apoderado de mí. Y entonces lo oigo. Oigo sus pasos desde el fondo de mi oscuridad… ya viene. A esas alturas ya se que es inevitable. Saldrá de dentro de mí… y saldrá haciéndome pedazos.


Voy a morir. Sé que voy a morir; miro al cielo en mis últimos momentos, buscando el consuelo que se le da a los santos o a los cobardes; pero solo veo un cielo negro, enrojecido y sanguinolento; un cielo purpúreo, poblado de bestias aladas, salidas de los avernos más antiguos del pecado del hombre; quiero pensar en algo, pero ya es tarde… ya viene.


El golpe de corriente llega desprevenido, brutal y salvaje; estalla en mi columna, me recorre entero, vértebra por vértebra, endureciéndome como un rayo de plata y bronce. Mí cuerpo se sacude incontrolable… ha llegado. En medio de una niebla que me rodea, puedo verme las manos, trato de gritar pero no se oye mi voz, solo se oye su chillido metálico ensordecedor. Ya esta aquí… Ahora él es yo… y esta enfurecido por eso."



Capítulo 10: La lección

-¡No te acerques más! ¡He golpeado ancianos más viejos que tú!

“Lo dudo”

¿Es idea mía o le cambio su tono de voz por uno más feo?

-¡Y por que diablos estás tan interesado en mí, eh! ¡Respóndeme eso, ya que me respondes todo lo que te pregunto!

“Humano ignorante. Aún no te has dado cuenta de lo que pasa, a pesar de que todas las evidencias están al frente tuyo. Te lo he dicho todo, así que no diré más. Entenderás cuando tú sepas más de las cosas que voy a enseñarte.”

-¡Tú no me vas a enseñar nada, libro roñoso! ¡Debería haberte usado para limpiarme el culo, o como lectura de baño en un terminal de buses!

Martin, estás provocando al libro. ¿Por qué mierda no cierras la boca y te callas un momento?

Puta, se está acercando con esas letritas voladoras suyas como satélites alrededor suyo. ¿Tan malo será lo que hay afuera?

“No puedes imaginarlo”

-¡Deja de meterte en mi cabeza, hijo de puta!

“No estoy en tu cabeza. Estoy en su mente”

-¡La misma mierda! ¡Te quiero afuera, ahora!

“Eso no es posible”

-¿Si? Entonces quizás la alternativa de irme caminando por lo oscuro no sea tan mala después de todo. ¡No será peor que tú, hijo de la mismísima gran puta!

Está encima mío. Hace un segundo estaba lejos, a metros de distancia. Es enorme, lo miro hacia arriba. Estoy frito.

“¿Eso crees, que afuera no es peor? Bien, ve entonces. Déjame ayudarte”

Me toma de la cabeza por detrás. Que fuerza tiene este bruto.

¡Hey, suéltame!

“No”

-¿Qué estás haciendo…?

¡El maldito me arrojó al vacío! Estoy en lo negro, no puedo respirar, no puedo…

¿No necesito respirar?

No siento nada. Sólo un apretón en la parte de atrás de la cabeza. No hay frío, ni calor ni miedo ni hambre ni nada.

Me disuelvo, relajadamente, como si fuera humo. No me importa. No me importa nada ahora. Todos son caminos a ninguna parte.

Me estoy deshaciendo.

Me deshago.

...

..

.



Un momento, algo viene.

Algo viene de la oscuridad.

¡Que mierda es eso!

¡¡¡AAAAHHHHHH!!!




“Muy bien. ¿Aún quieres irte?”

-Suéltame, jodido viejo. ¿Qué era eso, por todos los demonios?

“Depende. ¿Qué viste?”

¿Qué vi? ¿Qué era realmente lo que vi?

No lo se… era como humo negro, como si en el vacío un manto de oscuridad se moviera como agua… y ahí se formó una cara de algo, y abrió su boca enorme y me mostró sus colmillos, y me rugió. Y su rugido también era un chillido. Ese sonido me quería borrar, devorar, absorber. Se abalanzó sobre mí y sentí sus mandíbulas. Me iba a comer.

-No lo se. No se que era eso.

“Descansa humano. Puedo esperar”.




¿Cuánto tiempo ha pasado? En este lugar no puedo pensar en nada más que salir.

-Viejo, ¿Hasta cuando me voy a quedar acá?

“Hasta cuando estés descansado”

-¡Que bien, mi día de suerte! ¡Me siento descansado! ¡Me voy entonces!

“Tú no vas a ningún lugar”

Lo sabía.

-¿Y? ¿Me vas a tener retenido acá toda mi vida? ¿O sólo quieres verme sufrir, maldito maníaco hijo de…

“Veo que te sientes mejor. Entonces es hora de empezar con el relato. Puedes elegir la forma”

-¿Elegir que?

“La forma en que te voy a contar la historia de los Sobrevivientes”

Esto suena mal. No debo preguntarle nada, me va a ir mal, así que cerraré el pico por primera vez en mi vida.

-Los Sobrevivientes… ya veo. ¿La historia del tal Johnny?

Martin.

“La de él y sus compañeros.”

-Ah. ¿Y que es lo que tengo que elegir?

¡Martin por la mierda, cállate!

“Si quieres la historia contada por sus notas, leyéndola como hasta ahora, o estando adentro de sus sentimientos y recuerdos”

¿Adentro? ¿Sintiendo quizás que cosa? Ni muerto.

-Prefiero la lectura. Tú sabes, soy un muchacho de bibliotecas y todo eso.

“Muy bien. Algunas historias escritas de puño y letra por los integrantes del grupo las leerás. Las otras las observarás conmigo, en mis registros.”

¿Y eso es bueno?

-¿Oye, y cuanto va a durar esto?

“Lo que te demores”

Maldición. Soy lento para leer.

-Oye, tengo que trabajar mañana, digo, ir a buscar trabajo y si mi amigo me ve mal va llamar a la policía y a las ambulancias y todo eso. Así que no puedo estar mucho tiempo en esto.

“No te preocupes. Mañana todo esto habrá finalizado”

¿Qué me quiso decir con eso este viejo de mierda?

-Ok, terminemos esto rápido. Una pregunta ¿por qué…?

“¿Si?”

¿… me elegiste a mí para esto? ¿Pasa algo en especial o me van a hacer algo? Piensa imbecil ¿Es esa la pregunta que le quieres hacer, ah?

-Eehhh nada. No te preocupes. ¿Con quien partimos?

¡Se está riendo de mí! ¡Estoy seguro que se le dibujó una sonrisa! ¡Ya le rayaré unas cuantas hojas a ver si se ríe después!

“Ya leíste los primeros apuntes de Johnny Rotten. Ahora veremos los de Juan Segura.”

En fin. Si no me queda otra.

-Ok, muéstrame lo que escribió ese tipo.

Las letras que flotan alrededor de él empiezan a moverse más rápido, y de repente nos rodean a los dos, y empiezo a leerlas. Al menos hay efectos especiales.

Sólo me falta el pop corn.

martes, 7 de octubre de 2008

Capítulo 9: Descenso sin retorno.


Hago un pausa en la lectura y tomo un largo trago de cerveza. El living está cada vez más helado.


Esa historia... me trae recuerdos de algo, de un sentimiento que sepulté hace meses, desde el atentado en donde los guerrilleros árabes se agarraron a balazos con los militares en las mismas calles donde paseaba con mi ex.


Hay un recuerdo... que no quiero que salga. Borré algo, y no quiero recordar que. Mejor me levanto un rato, no me siento bien... algo se aproxima.


¿Que mierda me pasa? Siento el pecho apretado, y se mueve a la garganta, y a mi boca, y ahora en mis ojos, y mi cabeza. Algo se arrasta por mi cerebro... puedo sentir su roce... ¿Me está oliendo? ¿Que cosa tengo en mi cabeza?


Terror. Los escalofríos me recorren todo el cuerpo, y otras cosas también, bajo la piel, entre los músculos. Los siento reirse de mi, son como cucarachas. Están en todos lados. ¡Paren, paren que me están quebrando los huesos!


Grito y grito y grito. "¡Michael!" y lucho y me caigo y me tapo el pecho para evitar que aquello salga, que tome conciencia. Que dolor Dios mío, que dolor. ¡No puedes salir, no no no no!


El libro me quema las manos, y lo arrojó lejos. Tras mis párpados las letritas se multiplican como hormigas: cambian, mutan y hacen colonia frente a mi cornea. Se tomaron mis nervios ópticos y reptan lenta y ciegamente hacia el cerebro, hacia donde no los podré sacar más.


Llevo mis manos como garras hacia mis ojos. Sí, si me los arranco no llegarán, no se alojaran. Sí, eso, debo arrancármelos.


Ah, mis uñas están rozando la piel de las mejillas. Se sienten duras y frías y crueles. Me arrancaré todo de un tirón y gritaré de agonía, chillaré mi dolor y mi ceguera y luego, caeré. Pero las letras no se tomarán mi cabeza.


Ahí están, estoy palpando mis globos oculares. Las hormigas se revuelven histéricas, saben que las voy a sacar.


Sólo valor, sólo un tirón.


Un tirón fuerte, rápido. Ahora.



No puedo, no puedo hacerlo, no puedo hacerme esto.


Dios, apiádate de mí por favor.



Pobre chico. Esa cosa que tiene adentro está despertando. Aún no es tiempo. Duerme, criatura, duerme por ahora. Eso es, quédate quieta.


- Hey, muchacho.


- ¿Mmm?


Un suave aroma, cálido y fresco como la luz de la mañana, recorre mi piel. Siento paz, bienestar, y detrás de eso, una presencia fuerte y enorme. ¿Qué me está pasando? No quiero abrir los ojos, estoy comodo y protegido, estoy en mi casa, en mi útero. Déjenme aquí.


- Muchacho, Martin, despierta.


- ¿Mmm?


Hago un esfuerzo supremo, y sólo veo una luz pálida frente a mí. Una luz en medio de la oscuridad. Me refriego los ojos y por un instante siento pavor de sacármelos con mis propias manos. Las retiro con rapidez, ¿Qué me está pasando?


¡Y ella quien es!


- Hola, no te asustes. Soy Alexandra.


Le balbuceo una respuesta a ella, o a eso. Sobre mí hay una mujer hermosísima, de rasgos finos y cara delgada y larguísimo pelo plateado, que brilla.


Si, brilla, como si fuera la luna. Blanca como una estatua griega, con aplicaciones de plata y dos zafiros por ojos. Blanca como el fulgor de una estrella en la más oscura de las noches, como el camino que lleva a casa en la oscuridad.


- Hola.


- Tengo poco tiempo. Quiero que le digas algo a Johnny. Dile que lo siento mucho. Siento el desastre que dejé. Es mi culpa.


- Ok.


- Cállate y escúchame, por favor. Que no se te olvide lo que te voy a decir ahora. Dile que mi padre volvió, me habló desde algún lugar y me llama. Dile que voy a buscarlo.


- Llegó tu padre, bien.


- ¡No, no llegó! ¡Está en algún lado, escapó! Dile que siento mucho lo de la explosión, y que lo quiero.


- Ok. Se lo diré


¿Se lo diré? ¿A quien tengo que decirle que cosa? La chica hermosa, el fantasma de luz de luna, sale de mi espectro visual, y me incorporo. Estoy sentado en el suelo, con la sensación de que algo muy malo estuvo a punto de pasarme. ¿Y por que mierda estoy en el suelo? Yo estaba leyendo la historia de ese tipo...


Johnny Rotten.


Ahora empiezo a recordar lo que me paso. Me desmaye.


- ¡Hey!


Se fue. Quien quiera que sea, desapareció. Un fantasma con un mensaje para un muerto que escribe en un libro que cuenta historias. Nadie va a creer esto. Mejor me voy a dormir, y bien lejos de ese atado de problemas con hojas.


Buenas noches.



Estoy en el centro del único foco de luz. Afuera de él, la nada, el vacío, la inexistencia, lo mudo.


Y algo viene acercándose desde ahí.


Me parece que repta, aproximándose a los límites de la luz. Es algo negro, que ondula en el aire.


Se acerca más. Hago vista porque estoy cegado por la luz. Y aquello que está ahí se yergue sinuosamente trazando reflejos opacos en la oscuridad.


"Bienvenido"


- ¿Quien eres tu?


Esta entrando. ¡Está entrando! ¡La luz no lo detiene! ¡No tengo defensa contra él!


"Tranquilo"


Me habla un hombre con túnica y capucha. Veo su rostro, pero no puedo distinguir sus rasgos. Es como si tuviera cara pero en realidad no tuviera nada definido. Ni el color de sus ojos ni la forma de sus pómulos ni su nariz ni nada. Sólo parece viejo. Tiene sus manos metidas en las mangas y se las cruza sobre el estómago.


"No entres en la oscuridad o te consumirá y nunca más serás tú"


- Quien eres tú ¡Quien eres tú!


"Tengo muchos nombres, pero tú me conoces simplemente como el Libro"


Caigo de rodillas sin aliento. Sobre él y a su alrededor, se trasparentan unos símbolos. Los conozco, los leí en ese libro de mierda.


Estoy perdido.