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lunes, 19 de enero de 2009

Capítulo 14: Monstruos a mi puerta.


I

- Johnny, definitivamente no está.

El rostro ceñudo del punkie dejó claro su malestar.

- ¿Pero cómo es posible que haya desaparecido el Libro? ¿Donde está el guardián?

Baby Death movió sus hombros en señal de desconocimiento.

- Que mierda está pasando... Primero Val y luego el Libro.

- Y el guardián - se apura en acotar Juan - Vamos a rastrearlos.

Johnny se cruzó de brazos, pensando a toda velocidad. mientras una bruma blanca como vapor marino lo rodea y trepa por su cuerpo. Tras ese torbellino vaporoso, su silueta empieza a mutar, haciéndose más alta. Cuando un par de alas se despliegan, y el humo se dispersa, está un ser vestido con armadura plateada, una pechera blanca con una cruz roja en medio, largas alas blancas que nacen en su espalda, y cuyo rostro se encuentra surcado por una placa metálica que toma casi todo el lado derecho de la cara, desciende por el pómulo bordeando el cuello hacia la parte de atrás de la cabeza y y se completa ahí. En donde debiera haber estado el ojo, se mueve un lente de cámara.

- Hagamos esto más fácil. Consultemos a los magos de la Resistencia.

- ¿A ese grupo de mamones? - le refrendó Juan, mientras se palpaba inconscientemente la sobaquera, donde descansaba su fiel revolver .

- Eran bastante buenos, si mal no me acuerdo. Además Hellman estará contento de ayudarnos.

- Si tú lo dices.

- Juan, quedas a cargo del buque. Baby Death me acompañará. Comunicate con Sara Lee y dile que nos encontramos en la Resistencia.

- ¿Y ella, porqué?

- Porque trabajó en organismos de inteligencia estatales, así que nos puede ayudar con ese conocimiento, y porque es la novia de Hellman.


II

Aquella noche, algunos borrachos vieron pasar un ángel entre los edificios. La mayoría lo tomó como una alucinación más de su estado de interperancia, y un reducido grupo, muy reducido a decir verdad, lo tomó como una señal divina para dejar de tomar y volver al camino del Señor.

Nadie vió pasar a la veloz Baby Death.


III

Ya en el galpón secreto, cuartel general de La Resistencia, la facción armada de los Nightbane, una breve y muy importante renuión se produjo. En una pequeña salita donde cabían con dificultad una mesa circular, ocho sillas y un estante, los jefes de dos de las organizaciones sobrenaturales más importantes de Nueva York y un puñado de privilegiados seres se enfrascaban en una conversación extremandamentet delicada.

- ¿Que tu prometida desapareció? ¿Y porqué, machote? ¿Tuviste un desliz, alguna salida cochinona por ahí?

- Hellman, no soy así y lo sabes. Tengo miedo que Alexandra esté tomando el control de Val, o que haya vuelto la Bestia. O que le haya pasado algo peor todavía. Necesito que tus magos nos ayuden a localizarla a ella en primer lugar, y luego al Libro.

- ¿Que libro?

Johnny se quedó en silencio un momento.

-¿El Libro? ¿Ese Libro? ¡Caray, pero cómo! ¿Y el guardían?

-Tampoco está.

- Uf, eso está diíicil. Por tu chica, no se si habrían accedido, pero por el Libro claro que lo harán. Y tenemos otro problema.

- ¿Que más, Hellman?

- Las Arañas.

Todos los rostros se giraron para encontrar los rasgos orientales de una mujer menuda y delgada.

- Si, supe que las Arañas entraron. Pero no es mi culpa que nos hallan seguido. No se donde ni cómo encontraron un pasaje a nuestro mundo.

- No te preocupes, muñeca. Tu papi los hará volar hasta el cielo con sus armas. ¿Eh?

Algunos carraspeos incomodos llenaron la habitación. Baby Death detenía con todas su fuerzas una carcajada que quería salir a toda costa. Cuando logró respirar tranquila, acotó.

- Oye, tu no sabes nada de esos bichos, ¿verdad? Muy bien, sólo te puedo contar que yo si los vi en el desierto en las Nightlands, cuando atacaron a otro bicho mucho más grande que ellos. Y son espantosos, duros y muchos. Yo que tú no me confiaría en el poder de tus pistolitas.

- Hey muñeca, pistolitas no, ¿eh? Armas, grandes y cargadas - acto seguido, le guiñó un ojo.

Instantes después, el rubio lider de la resistencia se doblaba hacia un costado. después de recibir un feroz golpe en las costillas por parte de la humana de rasgos asiaticos que se sentaba a su costado. Miró a sus amigos, y les sonrió con parsimonia.

Baby Death no puedo aguantar más y estalló en carcajadas histericas, hasta que le salieron lágrimas.


IV

Nunca había entendido porqué, pero los magos de la Resistencia hacían su trabajo a puertas cerradas. Luces, rugidos y pequeños temblores surgieron desde la habitación especialmente dispuesta para ellos. Cuando todas las manifestaciones físicas acabaron, le siguió un silencio sepulcral, y varios minutos en vilo. Hellman les tenía prohibido a todos abrir esa puerta, aunque pasara mucho tiempo sin saber que había pasado adentro.

Un rato después, emergió el mago en jefe del equipo, un hombre delgado, y rubio, e gestos ampulosos y mirada despectiva, vestido con una elegante túnica blanca con bordados de oro.

- Hemos hecho sus averiguaciones. El Libro se encuentra todavía en la ciudad, en un barrio residencial. En este papel se encuentra la dirección - y les alargó un papel doblado, donde las líneas irregulares del carbón se trasparentaban.

- Respecto a tu mujer, Johnny, no hay presencia de ella en las cercanías. Sin embargo, al parecer siguió una ruta que la llevó al departamento puntual donde se encuentra el Libro ahora, y luego desapareció.

- ¿Cómo que desapareció?

El mago alzó una ceja para expresar su disgusto por la interpelación del Nightbane. Dejó pasar unos segundos para que quedara claro su malestar, y luego prosiguió.

- Desapareció. No hay más rastros de su Morphus ni de su Fachada.

Los compañeros se miraron entre sí. Sara apuntó en lo más obvio.

- Tenemos que visitar ese departamento, y hacerlo ahora. ¿A quien o a que buscamos?

- A un humano, de nombre Martin MacArthur.

- Bueno - acotó Johnny - al menos tenemos una pista. Hay que ir a visitarlo hoy.

Todos asintieron.

- ¿Y el asunto de las Arañas? - preguntó Hellman.

- Una cosa a la vez- respondió Johnny. - Vamos a buscar a este muchacho primero.





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